Luego del terremoto y de una serie de temblores de menor intensidad,
el pueblo de Chimbote, por sobre el dolor que laceraba lo más profundo
de su esencia, mientras velaban a sus muertos, se aprestó a dar la
lucha al infortunio y de las cenizas volvió a renacer gigante, por si
solo, casi sin ayuda; como si la recibieron Huaraz, Casma y la propia
ciudad de Chimbote.
La ayuda internacional no se hizo esperar, las naciones hermanas,
desde los diferentes continentes, sin distinción de razas, credos, ni
ideologías, acudieron en auxilio del Perú. Ayuda que por falta de una
adecuada planificación y voluntad de servicio no rindió en su
totalidad los objetivos propuestos.
Reconocimiento.
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